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La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en nuestras vidas con la promesa de un futuro brillante, automatizando tareas, optimizando procesos y ofreciendo soluciones innovadoras en campos como la medicina, la educación y la industria. Sin embargo, esta revolución tecnológica también proyecta una sombra inquietante: el potencial para perpetrar y exacerbar violaciones a los derechos humanos.
Uno de los riesgos más alarmantes es la discriminación algorítmica. Los sistemas de IA, al ser entrenados con datos sesgados, pueden replicar y amplificar prejuicios existentes, perpetuando desigualdades en áreas como la justicia penal, el acceso al empleo y la asignación de recursos. Imaginemos un algoritmo de reclutamiento que, al entrenarse con datos históricos donde la mayoría de los puestos directivos fueron ocupados por hombres, sistemáticamente descarte candidaturas femeninas. O un sistema de evaluación crediticia que, influenciado por patrones discriminatorios, niegue préstamos a personas de ciertas minorías étnicas.
La vigilancia masiva es otra amenaza latente. El uso de IA en sistemas de reconocimiento facial, análisis de datos biométricos y rastreo de ubicación facilita la monitorización constante de individuos, erosionando la privacidad y el derecho a la libertad de movimiento. En países con regímenes autoritarios, esta tecnología puede ser utilizada para silenciar la disidencia y perseguir a opositores políticos. Incluso en sociedades democráticas, la vigilancia intrusiva puede tener un efecto amedrentador, inhibiendo la libertad de expresión y el derecho a la protesta pacífica.
La IA también plantea serios desafíos en el ámbito de la libertad de expresión. Los algoritmos, que controlan las redes sociales y las plataformas de contenido online, diseñados para maximizar la interacción y el tiempo de permanencia, pueden crear cámaras de eco, donde los usuarios sólo se exponen a la información que confirma sus propios sesgos. Esto no sólo limita el acceso a una visión plural del mundo, sino que también facilita la propagación de desinformación y discursos de odio, con consecuencias potencialmente devastadoras para la cohesión social y la democracia.
En el campo laboral, la automatización impulsada por la IA amenaza con generar desempleo masivo y precarización, especialmente en sectores como la manufactura, el transporte y los servicios. Si bien la IA puede crear nuevas oportunidades, es crucial implementar políticas que garanticen una transición justa, con programas de capacitación y reconversión laboral para los trabajadores desplazados. De lo contrario, la brecha entre ricos y pobres se profundizará, aumentando la desigualdad y la exclusión social.
En el ámbito militar, la IA plantea dilemas éticos de gran envergadura. El desarrollo de armas autónomas, capaces de seleccionar y atacar objetivos sin intervención humana, abre la puerta a escenarios distópicos donde las máquinas deciden sobre la vida y la muerte. Además de los riesgos de errores y daños colaterales, estas armas plantean serias dudas sobre la rendición de cuentas y la responsabilidad en caso de crímenes de guerra.
Para evitar que la IA se convierta en una herramienta de opresión y violación de derechos, es crucial un enfoque ético y responsable en su desarrollo y aplicación. Esto implica:
La IA tiene el potencial de ser una fuerza para el bien; pero sólo si la guiamos con principios éticos y un compromiso inquebrantable con los derechos humanos. Debemos asegurarnos de que esta poderosa tecnología se utilice para construir un futuro más justo, equitativo y libre para todos.
La construcción de un futuro donde la IA sea una fuerza benéfica requiere un esfuerzo conjunto. Gobiernos, empresas, la academia y la sociedad civil deben colaborar en la creación de un ecosistema que promueva la innovación responsable y la protección de los derechos humanos.
Es crucial que los gobiernos implementen marcos regulatorios que establezcan límites claros al uso de la IA, protegiendo la privacidad, la libertad de expresión y otros derechos fundamentales. Estos marcos deben ser dinámicos y adaptarse a la rápida evolución de la tecnología, anticipando posibles riesgos y desafíos. Al mismo tiempo, se deben promover incentivos para el desarrollo de IA ética, que fomente la inclusión, la transparencia y la rendición de cuentas.
Las empresas que desarrollan y utilizan IA tienen una responsabilidad fundamental en la prevención de violaciones a los derechos humanos. Deben adoptar principios éticos en todas las etapas del ciclo de vida de la IA, desde el diseño y la recolección de datos hasta la implementación y el monitoreo de sus sistemas. La transparencia en los algoritmos, la auditoría de sesgos y la implementación de mecanismos de reclamo y reparación son elementos esenciales para garantizar un uso responsable de la IA.
La academia juega un papel crucial en la investigación y el desarrollo de IA ética, así como en la formación de expertos con una profunda conciencia de los desafíos éticos y sociales que plantea esta tecnología. Es fundamental que las universidades e instituciones de investigación promuevan un enfoque multidisciplinario que integre perspectivas de la ética, el derecho, la sociología y otras ciencias sociales en el estudio y la aplicación de la IA.
Finalmente, la sociedad civil debe participar activamente en el debate sobre el futuro de la IA. Las organizaciones de derechos humanos, los grupos de consumidores y otros actores sociales tienen un rol fundamental en la vigilancia del desarrollo y la aplicación de la IA, denunciando posibles abusos y promoviendo políticas que protejan los derechos y libertades fundamentales.
La IA no es un destino inevitable, sino una herramienta que podemos moldear para servir a la humanidad. Al abordar los desafíos éticos con determinación y visión, podemos asegurar que esta poderosa tecnología contribuya a la construcción de un futuro más justo, equitativo y humano para todos.
Hechos y Derechos, vol. 16, núm. 87, mayo-junio de 2025, es una publicación bimestral editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, por medio del Instituto de Investigaciones Jurídicas, Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Ciudad de México, Tel. (52) 55 56 22 74 74, http://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/hechos-y-derechos. Editor responsable Imer Benjamín Flores Mendoza. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo núm. 04-2014-052217121400-203, otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, ISSN (versión electrónica): 2448-4725. Responsable de la última actualización de este número: Coordinación de Revistas del Instituto de Investigaciones Jurídicas, Ricardo Hernández Montes de Oca, Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C. P. 04510, Ciudad de México, fecha de la última modificación: junio de 2025.
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